lunes, 8 de diciembre de 2014

Carta al Director

En los últimos días la noticia de la muerte de un hincha del Dépor perteneciente al grupo Riazor Blues a manos de otro grupo de radicales del Atlético de Madrid ha acaparado la atención en todos los informativos.

Es triste que tenga que ser una acción de semejantes consecuencias la que desate una respuesta contundente por parte de los clubes y directivos del mundo del fútbol.

La teoría del "todo vale" nos ha llevado a unos campos de fútbol en los que se respira todo menos espíritu deportivo y competitividad sana. La violencia genera violencia. Esos individuos no aprenden con el buen ejemplo del resto de aficionados que lo que quieren es disfrutar del espectáculo y animar a  sus jugadores. Hay que cerrarles las puertas porque su presencia y su actuación es nefasta para la afición, los jugadores, y el fútbol en general.

A veces, estas decisiones tajantes crean una corriente de opinión que se opone, porque les parece que es mejor "negociar" con los violentos. Sinceramente, creo que no hay negociación que valga. Son una contaminación con consecuencias fatales no solo para el fútbol sino para toda la sociedad.

Adicionalmente, se puede reflexionar sobre lo que ven (y viven) algunos niños en las competiciones infantiles y juveniles. Esas reacciones verbales violentas y esas ganas de agredir a los rivales... ¡Cuidado! ¿Qué estamos sembrando?  Pensemos un poco en ello y quizás encontremos explicación a otras cosas que vemos después en el fútbol profesional.

                                                                                                    Carlota Señas.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Don Juan Tenorio



                          Don Juan Tenorio.
                                                              Versión de terrorífica:


Pedro. Perdonad, madre Greja, que a estas horas os moleste; pero es un asunto que interesa por mi honra y mi vida.

Greja. ¡Jesús!

Pedro. He estado guardando hasta ahora un tesoro de mas quilates que el  oro; mi hija Trixi.

Greja. A propósito...

Pedro. Escuchad. Está en Santander don Juan, el hombre más peligroso
y malvado. Hace tiempo pensé casarla con él, y hoy que se la negué, me juró
robármela. Se que ese engendro es capaz de cualquier cosa.

Greja. Comendador, ofende a mi honor.

Pedro. Se de vuestra virtud, mas yo conozco la insensata juventud del
mundo. No sabéis quién es don Juan. Ha terminado con la vida de gran cantidad de mujeres que iban tras de él, el día que conozcáis a una os daréis cuenta del mal que siembra.

Greja. Mientras Trixi esté en el internado, estará a salvo.
Pedro. Hagámoslo fácil; entregadme a doña Trixi y acabemos con esto.

Greja. Hace poco sentí salir de aquí a las dos...

Pedro. ¡Pero qué veo, santo Dios! Un papel... (Leyendo.) "Doña Trixi del
alma mía..." Y la firma de don Juan. Mirad... mirad esta prueba escrita. ¡Oh!
Mientras vos rogáis por ella a Dios, viene el mismísimo satán y os la quita.
Gabriela. (entra corriendo). Señora... He visto a un hombre saltar por los muros de atrás, cerca de la cúpula.
Pedro. ¿Veis? Corramos. ¡Ay de mí!
Inicia la salida corriendo.
Greja. ¿Dónde vais, Comendador?
Pedro (para su salida). ¡Imbécil! tras de mi honor, que os roban a vos de
aquí y ni si quiera os dais cuenta.
Salen los dos.